Mañana volvemos a votar

Mañana volvemos a votar por presidente.
Y el número de hombres blancos en el poder parece infinito.
Un ciclo que no ha dejado de repetirse.
Las mismas familias se reparten las cosechas,
los bienes, las tierras, las palabras, las ideas, los sueños, las posibilidades.

Se cubren bajo una unica manta,
y resguardan sus intereses sin importar sobre quienes pasen.
Lo importante es mantener su ciclo.

Mañana volvemos a votar por presidente.
Y tenemos la oportunidad, de cambiar al menos una vez,
el infinito número de hombres blancos que han tenido la palabra, la voz.

En un país como Colombia, diverso. El discurso a modo de monólogo no ha hecho más que marchitar, poco a poco, esa diversidad, que se levanta como bandera para turistas nada más.
Somos una tierra llena de monocultivos estresada, explotada, oprimida.

Tierra cansada, adolorida, pisoteada, cubierta de sangre, de lágrimas.

En medio de esto, seguimos aquí.
Porque a pesar de eso, la vida no se detiene.
Porque no nos detiene.
Porque queremos reparar, sanar, descansar, germinar nuevos caminos.
Porque tenemos la rabia, pero también queremos sentir la ternura.

Sí, la vida no se cambia con un pedazo de papel, pero es un inicio.
No necesitamos salvadores, sino interlocutores y moderadores,
Quienes garanticen que las posibilidades de todas, todes, todos serán resguardadas y
que tendrán las condiciones para poder ser.

Necesitamos que nuestro presente y futuro incluya nuevas voces,
que el monólogo se convierta en coro,
Que tenga ritmo de currulao, champeta, guabina, marimba.
Que sea selva, páramo, montaña, río.

Que resuene la vida con sus diversos matices,
Que todas, todes, todos, tengamos las condiciones para vivir dignamente.

Que no es más que el comienzo para vivir sabroso.











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