Líneas Paralelas

Pareciera que la vida y la política no se mezclan, que son líneas paralelas que nunca se tocan. Salvo quizás cuando es tiempo de elecciones. 

Parece a veces que, nuestro único deber político fuera este momento con las elecciones de turno. Pero, y este es un gran pero, una de las cosas que aprendimos con la segunda ola feminista es que: Lo personal es político.

¿Y esto qué significa? Pues no es otra cosa que todo lo que sucede en nuestro día a día; la forma en qué hablamos los unos con los otros; hacer el mercado en la plaza o en el super; quien se encarga de las tareas de la casa y los cuidados; ir a la escuela; ir al trabajo; tener un trabajo; viajar en transporte público; comprar un auto; abrir la llave del fregadero y que salga agua; tener tiempo libre; disfrutar el tiempo libre; la posibilidad de salir de viaje; alimentarnos; salir con o sin miedo a la calle, la posibilidad de ser…

La vida en sí misma, las relaciones que tenemos, las cosas en nuestro entorno y que hacen más fácil o difícil nuestro día a día son políticas. Porque la política es la forma en la que vivimos en comunidad y el acceso que tenemos para hacerlo de manera digna con garantía y cuidado de nuestros derechos, de nuestra vida. 

Pienso en Rosa Parks, cuando se sentó en el autobús y que para muchos en ese momento, era algo que no le correspondía. Parece absurdo que sentarse en cualquier asiento fuera ilegal pero para ese momento, en un país con leyes racistas y de segregación, el simple hecho de hacerlo se convierte inmediatamente en un asunto de vida o muerte, de legal o ilegal. 

Cuando miramos hacia atrás y nos detenemos a observar que por ejemplo hasta 1954 las mujeres ejercemos el derecho al voto en Colombia y somos vistas frente al estado como ciudadanas por primera vez, nos convertimos en personas con derechos, podemos vislumbrar que la política y la vida no son líneas paralelas. 

Ahora hasta parece obvio, vamos a la escuela, podemos votar, tenemos acceso al conocimiento, al trabajo, y a pesar de esto, no todo está resuelto. Aún hay discriminación en los trabajos e inequidad salarial, las mujeres que se dedican a las labores de cuidado, no tienen acceso a pensión, porque no se considera trabajo remunerable, nos matan solo por existir… pero aún con los vacios que nos hacen falta llenar, es necesario recordar todo el camino que hemos recorrido hasta aquí.

La vida y la política están ligadas la una con la otra. No podemos olvidarlo, sobre todo cuando la segunda (la política) impide nuestro vivir por falta de derechos o garantías para poder ser y habitar con libertad.

Pienso en algo que dijo Angela Davis, filósofa, activista afroamericana, profesora: No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar.

Cómo sería la vida sin personas rebeldes que como Rosa Parks, Berta Cáceres o Maria Cano, entre muchas miles, no se hubieran atrevido a cambiar lo establecido y hubieran dejado las cosas como las conocieron, a pesar del daño que les ocasionaba. Hay momentos en los que debemos construir el mundo que queremos y no esperar a que este nos encuentre y pienso también en algo que dijo Francia Márquez Mina en un discurso hace poco: Yo no pedí estar en la política pero la política se ha metido con nuestra vidas y nos ha hecho la vida miserable.
Porque la política puede darnos oportunidades y posibilidades pero a su vez puede negarlas.

entonces, ¿qué comunidad queremos?

Y esto implica pensar en nosotros-país, en nosotros ciudadanas, ciudadanos como un todo interconectado y con esto no quiero decir un todo homogéneo sino al contrario, plural y diverso porque en la diversidad está la riqueza. Sé que esta idea es difícil en un país como el nuestro que desde el inicio ha estado dividido a tal punto que mata todo aquello que piensa diferente al orden establecido, que no encaja.

Pero no quiere decir que no podamos empezar a construir diálogos, que no podamos practicar escucharnos, poner nuestras diferencias sobre la mesa y encontrar cosas en común. 


Ahora bien, el voto no es nuestra única manera de hacer política pero sí la más común, la más visible, y en este momento, es una oportunidad para construir un presente y un futuro con posibilidades para todas, todos, todes. Mi invitación es a que este 19 de junio, ejerzamos nuestro derecho de manera consciente, informada, empática y pensando más allá de nosotros. Un pedazo de papel no es todo el cambio pero sí es un inicio.


La rebeldía en esta ocasión está en las urnas. 

La rebeldía está en nuestro día a día,

La ternura es rebeldía.

Tenemos derecho a vivir y no solo a sobrevivir,

Tenemos derecho a una vida sabrosa.


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