Sobre la nostalgia y una multa de la biblioteca

Aún no pago mi deuda de la biblioteca.
Esta mañana llegó un correo recordando mi multa y no he querido pagarla con la intención de prolongar mi rudeza. La verdad, la había olvidado.
Es miércoles, hay nubes en el cielo pero hace sol, el Grupo Niche suena de fondo y tengo ganas de llorar.
Quiero una palanqueta de maní, tal vez es muy temprano para decir que quiero nieves de Akali (lugar en Guadalajara que vendía nieves de garrafa y cerró en diciembre), quiero estar en el CUAAD de Artes y pasar por el taller de litografía a saludar a las señoras del club del grabado (Nayeli, Sara, Marce), estar en las clases de danza contemporánea de Jonathan, encontrarme a Diego en el macrobus cuando ibamos tarde para serigrafía, ver a los Archialdos siempre juntos, cantar con Abi, molestar a Itisis...  La nostalgia me golpeó, aún no me tumba, pero no voy a resistirme a recordar.
Estar de regreso en Manizales no ha sido caótico, no odio estar aquí, así que mi nostalgia no es por estar en un lugar que no tolero. Me gusta hablar de memes con Sol, bailar en clases de escultura, dibujar con las "Ratas dibujadoras", aprender palabras chilenas con Kari, y palabras colombianas con Luis Mi y Sonia, escuchar las conversaciones del grupo de psicólogos ( son cinco, Laura, la hermana de Luis Mi que llegó a la casa y nos presentó al resto de la banda: Juan Pablo, Miguel, Julia y Sandra).
Me gusta Manizales pero hoy quiero un poco de México, la nostalgia hace conmigo de las suyas y yo utilizo la excusa de una multa de la biblioteca para escribirlo... Tal vez debería tardar más en pagarla a ver que otras cosas me deja escribir.


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