Un cuento amarillo.

Margarita caminaba meditabunda y distraída como era su inconsciente costumbre. Iba de camino a clase; acababa de llover y el ambiente de humedad rodeaba la atmósfera, todo cuanto veía estaba sumida en ella, aceras, ventanas, edificios,árboles y flores...
-¡Flores!- gritó en su cabeza.
Ahí , efectivamente, en medio del suelo mojado había una flor, una margarita para ser exactos. Margarita recogió a su homónima y la contempló; la conformaban un círculo amarillo perfectamente formado por polen y quince pétalos blancos.
Cada pétalo traía un mensaje, así que pétalo a pétalo le fueron revelados. El último pétalo aún sostenido en tan basto círculo amarillo, se acercó lo más que pudo a su blanca mejilla, le susurró que él, en quien tanto pensaba, la quería.
Terminando su oración, el pétalo bailó suavemente con el viento y desapareció en una esquina.
Así fue como el último pétalo cayó y como una margarita le dijo a Margarita, que él la quería.


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